lunes, 24 de septiembre de 2007

The tarnished angels (Douglas Sirk/1957)



Dirección: Douglas Sirk
Reparto: Rock Hudson (Burke Devlin), Robert Stack (Roger Shumann), Dorothy Malone (Laverne Shumann), Jack Carson (Jiggs), Robert Middleton (Matt Ord), Alan Reed (Coronel Fineman), Alexander Lockwood (Sam Hagood), Chris Olsen (Jack Shumann), Robert J. Wilke (Hank), Troy Donahue (Frank Burnham), William Schallert (Ted Baker), Betty Utey (Bailarina), Phil Harvey (Editor del Telegraph), Steve Drexel (Hombre joven), Eugene Borden (Claude Mollet), Stephen Ellis (Mecánico).
Guión: George Zuckerman basado en la novela “Pylon” de William Faulkner
Música: Frank Skinner
Productor: Albert Zugsmith
Editor: Russell F. Schoengarth

Sinopsis

Robert Stack (Roger Shumann) es un héroe de Guerra (de la primera Guerra mundial) que durante la depresión difícilmente logra sobrevivir como piloto de exhibición en pequeñas ferias de pueblo. Lo acompañan su mujer que realiza junto a él un acto de paracaidismo, y el pequeño hijo de ambos. Además de su fiel amigo y mecánico Jack Carson. Se preparan para lo que será una feria de exhibición más, sin saber que su destino se encuentra esperándolos.

De Faulkner a Sirk

Douglas Sirk logra introducirnos en una historia en la que solo podemos ser testigos de la apatía y soledad de sus personajes. Todos perdidos, totalmente desfigurados. Tal como muchos de los personajes de Faulkner, totalmente acabados, tal vez sea esta la razón por la cual Faulkner consideraba que Sirk había hecho algo genial con su obra, porque más allá de reproducir la historia contada en ella, había comprendido lo solos que se sentían sus personajes, que ansiaban algo más de la vida, y que solo encuentran sentido destrozándose[1].

El drama y pesar de cada uno de estos personajes es ser demasiado de todo. Grandeza que en nuestra época es vista por los demás como locura sin sentido. Es precisamente esa la razón por la cual se encuentran tan alejado de todos y de todo. Es como traer a Aquiles a nuestros días, es demasiada furia, demasiada fuerza contenida en un solo hombre. En un mundo en que la maquina y el acero domina todo, el héroe titánico queda relegado. Faulkner creía en que esa grandeza, la heroica, la de esos personajes míticos sobre los cuales se fundó su nación había sido relegada por el pequeño hombre, mercantil y usurero.

Los dramas de Sirk están trabajados en las apariencias, en los deseos que nos son imposibles de consumar. Él nos acerca del tal modo el dolor y miseria de sus personajes que nos deja como mudos testigos de su destrucción. Nos encantaría ver que hicieran lo “correcto”, que tuvieran metas, deseos y amores adecuados, pero no lo hacen, pues para Sirk nuestro drama es ir siempre detrás de aquello que nos va a destruir, que sabemos que no nos conviene. Destruyéndose no siempre de una manera trágica, sino a veces con el silencio y la no acción. Y es esto lo que recoge Sirk en estos “Angeles sin brillo”, seres que no encuentran más que en la autodestrucción su única razón de ser. Por eso The tarnished angels está lejos de ser únicamente un melodrama o una historia de amor frustrada, Sirk en ella despliega toda su mirada acerca de la soledad, de la autodestrucción. A no perdérsela.

Juan Alberto Gonzales Hurtado.
[1] Pensemos en “Sartoris” de Faulkner.